Sunday, January 13, 2013

Cenizas

Hay otras maneras de arruinar el arrojado de cenizas de un ser querido además de hacer la de Big Lebowski. También se puede manejar hasta el lugar y darse cuenta al llegar que la caja de fibrofácil tiene la tapa encolada y no se puede abrir. Tratar de abrirla con una victorinox y que dos miembros de la familia se corten, mientras los octogenarios de la familia se ofenden porque sus sugerencias absurdas de cómo abrirlas no son escuchadas. Tener 4 personas tironeando de la caja al mismo tiempo, que terminan gritándose porque nadie cede. Abrir finalmente la caja y esparcir las cenizas de manera desprolija, sin nigún tipo de ceremonia, y basta.


Hoy fuimos a esparcir las cenizas de mi abuela. Las llevamos detrás del museo de Bellas Artes, al pie de un árbol, porque era una mina muy culta a la par de su brutez. Mi abuela decía "coletivo" y era cabezadura con su salud, pero te sabía decir quién estaba desafinando en una orquesta, y apreciaba el arte como poca gente. Viajó mucho, leyó mucho, hizo muchas cosas. Dibujaba y tejía y pintaba y hacía alfarería de puta madre. Coleccionaba cajitas, de todos los tamaños, tipos y colores. Tenía cajas de cerámica italianas, pintadas a mano con oro. Tenía una, muy muy sencilla, de madera, que era lo único que quise cuando estaba lejos y me preguntaron si había algo que quisiera quedarme, pero por ahora no la encontramos. No me acuerdo de dónde me contó ella que la había traído.


Tuvo un marido que la amó con locura, que lamentablemente se le murió joven. Dos hijos que le salieron bastante derechos. Cinco nietos. Por ahora, ningún bisnieto. Un yerno y una nuera que, la verdad, le complicaron la existencia; pero ella también tenía una manera muy particular de poner a la gente de la nuca con las cosas que decía, así que supongo que estaban más o menos a mano, si no tenemos en cuenta que, sin conexión con lo dura que fuera o lo jorobadas que fueran sus palabras, siempre fue generosa y ayudó a todo el mundo. Con plata, porque a veces pienso que de sentimientos ella entendía poco y nada. Que los tenía, los tenía.


La última vez que hablé con ella ya estaba en cama, de la que no salió más, y no pudimos hablar muy bien. Había tenido otro ACV, después del que tuvo hace ya muchísimos años que la había cambiado de la abuela que me llevaba al cine y me traía caramelos de dulce de leche y no se podía quedar quieta, en la abuela que tenía poca sensibilidad en el lado derecho del cuerpo y se negó a usar bastón hasta que se arruinó tanto que no podía caminar. Siguió haciendo bizcochuelo from scratch y amasando pizza por muchos años. Por suerte fue muy breve el tiempo que sufrió no poder caminar. El segundo ACV le pasó en la cama, sin que nadie se diera cuenta, hasta que lo dedujeron entre hijos y médicos porque se movía raro y hablaba mal. Pero entendía perfecto. Espero que no la haya vuelto muy loca que todos le hablaran como si estuviera estúpida.

Antes de viajar a San Francisco pasé a visitarla y hablé con ella, por un rato que fue muy cortito, me parece. Hablamos de viajes, yo le conté del mío que se venía y traté de entenderle lo que me contestaba, y hablamos un poco de Europa, que yo sabía que ella recordaba con mucho cariño y aparte me acordaba de sus comentarios de otros días y podía interpretar mejor lo que me decía. Cuando me fui tenía la esperanza de verla de nuevo a la vuelta. Le di un beso y creo que le dije que la quiero. Espero. Lo pensé y me dolía porque era una aceptación tan fuerte de que sé que te me estás muriendo. En mi familia el "te quiero" normalmente no se usa; no sé cuánto es parte del folklore argentino, la verdad. Los nenes chiquitos son los únicos que le dicen a la gente que la quieren, y la gente se los pide y lo espera. Los grandes no. Espero que me abuela se haya dado cuenta, incluso si me olvidé de decírselo antes de irme. Sí me acuerdo que le dije que la veía a la vuelta, porque realmente lo esperaba, pero entiendo que de haber sido así, habrían sido tres meses horribles para ella.

Adiós a mi abuela.

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