Thursday, September 13, 2012

Tengo mucho sueño pero justo me acordé de algo que había pensado bloggear y quiero intentar cocinar la idea, aunque me quede sosa y con algunas partes muy cocidas y otras crudas.


Lo que pasa no es que la gente esté muy quejosa, si no que a la natural tendencia de mucha gente a odiarte cuando te va bien, sumamos un montón de esa bonita culpa católica, que hace que te sientas como el culo cuando contás monedas delante de los pobres. Entonces, durante mucho tiempo, las quejas deben haber sido aquello cortés de compartir, mientras que los festejos eran una guachada, o caían mal. Y ahora, para contrarrestar, yéndonos a la mierda para el lado opuesto que es lo único que sabemos hacer, surgió la boludez esa del "todo bien alegría obligatoria" que tanto me rompe las pelotas. Alguien dio un primer paso en darse cuenta de que no está bien que vivamos revolcándonos en los problemas, pero era medio pelotudo y no fue más allá de la primera impresión. "Doooo, me siento muy mal porque está todo mal, quiero sentirme bien así que voy a hacer que esté todo bien siempre, ziii, bieeen". Ni hablar del balance, de que la vida tiene de todo, de que es sano comunicar/elaborar/procesar/sentir TODO el espectro de lo que nos sucede.

Tomo esa idea de la censura y autocensura de lo feliz de mi propia vida. En mi infancia, los primeros años que recuerdo, me crucé con gente de mierda. Gentecita; entre mis propios compañeritos de 1er grado había un par de cínicos hijos de mil puta que no lo puedo creer cada vez que me acuerdo. Una compañera mía, que se llamaba Lucía (nombre que asocio con mina forra), me gritó como loca en el micro porque yo había estado hablando con su hermanita de 4 años, compañera de sala de mi hermano, sobre imaginar cuentos con tus personajes favoritos durante el viaje. Era demasiado feliz. Me cagó a pedos por venderle imaginar aventuras a su hermana menor. Pero mal. Me gritó y me trató de estúpida. 6 años.

En la misma escuela, la maestra de 1er grado nos recagó a pedos a todos por dibujar los animales que nos había pedido con resaltadores. Porque no veía una mierda. Nos retó como si nos hubiéramos amotinado en su contra. Estábamos todos tan contentos con nuestros resaltadores, y después tan tristes.. La misma maestra que me dio mi primera probada de esa actitud de "por qué no te vas a la puta que te parió, vos que sos tan perfectita" que me crucé de chica hasta que aprendí a, no te digo dejar de alardear porque es algo que no me nacía, si no a esconder las cosas en las que era buena para que nadie más me tirara la bronca. Me habían robado la tarea, y yo estaba medio traumada porque había coloreado al gato con botas como tenía que ser, y ante el robo de mi tarea la maestra había levantado un gato verde con capa amarilla del piso y lo había pegado en mi cuaderno. Cuando le pedí otro gato en blanco para volverlo a rayar con lápiz para que quedara gris, y pintarle botas marrones y la capa en rojo y azul, la maestra a regañadientes me dio otro gato en blanco puteándome por romper las bolas por querer hacer las cosas como a mí me parecían bien.

También me crucé con mucha gente que no te pregunta "¿Y vos se puede saber por qué estás tan contento? ¿No te da vergüenza?", pero se encarga de hacértelo sufrir.

Lo único que recuerdo de mi personalidad de chica era no querer quilombo, y no entender demasiado la furia de los demás. Mi hermano me cagaba a trompadas y yo no le devolvía porque me habían enseñado que no se pegaba. Era Gandhi, mentendés. Mi mamá me tuvo que convencer de pelear para defenderme (cosa que terminó en una década de guerras de patadas voladoras y duelos feroces). La cuestión es que antes de cumplir 7 aprendí que para evitar situaciones violentas era bueno no mostrarse muy contento, ni pretender hacer las cosas mejor, porque eso a la gente la pone del orto. No hay que llamar la atención, ni para bien ni para mal, porque si no siempre hay alguien que no resiste la tentación de ir a romperte las pelotas.

Y creo que por eso es que "soy quejosa", nomás. Y vivo repitiéndome a mí y al mundo que por acá no hay nada para ver. Nadie le quiere romper las bolas a alguien que ya está mal; no hay provecho que sacar, ni hay nada que envidiar y por lo que desquitarse. Hay setecientas mil cosas que me gustan y disfruto y quiero compartir, pero la grosera mayoría queda de la boca para adentro para mantener la paz. Y tengo bronca, porque no se puede ser tan hijo de puta. Tanta gente mezquina, envidiosa, miserable, ¿por qué no se muerden la lengua y se mueren, infelices?

Supongo que el desafío del momento es animarme a abandonar el perfil bajo y tener un plan para cuando me vengan a joder los miserables. Pero la verdad es que haría cualquier cosa con tal de que sencillamente me dejaran en paz. Como callarme la boca y no compartir lo bueno con nadie.



Estoy bloqueadísima con los títulos. Mala suerte, sale sin.

2 comments:

rincoglionita said...

La gente AMA estar en las malas, por que? y... por el morbo, se te murió fulano o mengano, o estas sin laburo o lo que sea y claro, a cualquiera le encantaria estar en el lugar de "yo te pongo el hombro" porque después tiene el trofeo de "Mírenme, yo la ayudé a ella"... ay que bárbaro, fulanito le puso el hombro a bartola, que bien, QUE BUENA PERSONA.... típico... pero que define una buena persona?
Es extremista creer que porque una persona está en las malas es buena persona. Con el pasar de los años soy de la idea que uno conoce REALMENTE a la gente en las buenas. De hecho hice el experiemento y así es como me quedé con un pequeño puñado de amistades pero de verdad.
A: Estoy mal....
B: No, no estés mal, voy a verte y charlamos.

A: Ay que felicidad, voy a ver un show increíble que me encanta!
B: Ojalá que te llueva....

True story

Ay si.. que linda que es la gente. El tema es que los que somos conscientes de esto, no tenemos que reprimirnos, al contrario! Hay que contar lo bueno y poner a prueba a la gente y es mas, con suerte contagies a algunos a que se animen a contar las cosas lindas y algunos mejoren un poco.

Cachito said...

Sweet Carolain,
completamente de acuerdo. Es así. Hasta tal punto que he tenido que rebajar la brillantez de mis comentarios en tu blog para evitar que el populacho me linchara.
"Maldito comentador", me gritaban algunos, otros, más exaltados, vociferaban "a por él" y me corrían a cascotazos mientras los viandantes que cruzaba en mi aterrorizada huída intentaban hacerme caer contrabadas, empellones o, directamente, con el viejo recurso gauchesco de pialarme con un lazo de tiento trenzado, como el que se emplea en la caza del ñandú.

Resolví cortar por lo sano y de allí en más mis comentarios fueron vulgares, chatos, con el deliberado propósito de no llamar la atención ni despertar la furiosa envidia de la plebe.
Y así hasta hoy. He conseguido salvar mi pellejo pero ya nunca podré afirmar con la rotundidad de antaño: Cachito es felíz.

skpug:
señor kioskero, puede usar guantes?

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