Friday, February 10, 2006

Los siglos del menos que mínimo esfuerzo

Son los que se vienen. Hablando con mi vieja del nivel de pedorrez que tiene todo últimamente, y después con mi hermano que se sumó a la conversación, me vino a la cabeza una idea medio triste.

Empezamos hablando de una obra de teatro que fui a ver, que tuvo críticas muy buenas, y a mí me pareció que tenía mucha gente en bolas pero poco mensaje. Tenían varios elementos llamativos (si bien eran cosas que ya otra gente había hecho, y que son probadas fórmulas para llamar la atención), pero no lograban nada; ni comunicar un mensaje, ni dejar algo planteado, ni un impacto sensorial que hiciera valer la pena la entrada, nada. De ahí nos pusimos a hablar de cómo hoy día está todo hecho muy "a la que te criaste", tirando una base que más o menos debería funcionar pero poniéndole poca gana, poca reflexión.. poco profesionalismo a la terminación. Poco culo en la silla, poca dedicación para hacer que esa base lleve a algo.

De ahí saltamos a la construcción que está asesorando mi vieja, de cómo el hijo de puta del constructor ni se detiene a evaluar cómo ponerle a los departamentos una ventilación como dios manda, por que total "son monoambientes para gente joven, y las parejas jóvenes piden delivery, no van a andar haciendo puchero en estos departamentos". Un monoambiente con kitchenette y mala ventilación.. hay que ser hijo de puta. La ventilación va del otro lado, nomás, porque ponerla ahí es tán fácil que no hay que ni pensarlo. Los que vivan ahí que se jodan, si total ni van a reparar en eso hasta el día en que cocinen algo y la casa les huela a esa comida por una semana.

Y seguimos encontrando ejemplos de gente a la que parece que todo le chupa un huevo, que si la diferencia entre hacer las cosas bien o medio para el carajo es sentarse a pensarlo, no se dignan tomarse la molestia. Respecto del arte suele ser una observación cuestionable, nunca sabés si se elige hacerlo de una manera por una cuestión de estilo o de ignorancia, pero en muchos casos se nota. En las cosas técnicas es más fácil de ver. Pareciera que no hay satisfacción en hacer las cosas bien, solamente en terminarlas (y probablemente en cobrarlas). Así como en mi facultad veo que la gente se calienta por aprender a programar y no por aprender diseño, como si para diseñar alcanzara con el sentido común.. O con leer un apunte de 20 páginas, y después ahí sí, aplicar el sentido común.

Construíamos castillos mientras el Sol giraba alrededor de la Tierra. Creo que a esta altura de la civilización está más que probado que el sentido común no es la mejor guía a la hora de hacer las cosas bien. ¿Por qué estamos volviendo para atrás? ¿Sentimos que avanzamos tanto que ya no necesitamos avanzar más, ya no hace falta hacer las cosas bien para mejorar y está bien descansar en el sentido común para llegar a la meta más rápido, aunque mal? ¿Satisfacción instantánea? En todos lados se habla de eso como el pecado de este siglo, buscar la satisfacción personal lo más rápido posible y al precio que sea. Queremos tener más tiempo para mirar tele mal escrita y mal producida, o más plata para gastar en productos manufacturados así nomás. Recién ahora empiezo a caer, o a creer, en que es más grave de lo que me pareció en un principio.

Las especies vivas en este bonito planeta se definen por una motivación para perpetuarse. En los animales suele quedar satisfecha mediante mantenerse vivo y reproducirse. En los seres humanos la cuestión reproductiva está intelectualizada. Uno tiene dos hijos porque siempre quiso un varón y una nena, o porque los hijos únicos se aburren pero tres ya es mucho; o tiene uno solo porque más sería mucho lío, o mucha plata, o no tiene ninguno para no engordar, no gastar, lo que sea. Ya no tenemos un comportamiento de especie en el reproducirnos para perpetuarnos. Creo que empezamos, hace mucho, a perpetuarnos a través de nuestro trabajo. En un caso muy obvio, los científicos que intentan desarrollar una vacuna contra el sida, hacen un trabajo que busca ayudar a perpetuar la especie. Y de manera menos obvia pero no menos valiosa, quien construye casas y construye bien, colabora. El que se calienta en lograr más con menos recursos, colabora. El que se preocupa en hacer lo que hace bien para que sirva ahora y deje un buen ejemplo para después, aporta. Pero en general la gente ya no se preocupa más en hacer las cosas bien, ni para mejorar ni mantener la calidad de vida actual ni para dejar un ejemplo para el futuro, ni para nada. Con que la base esté ya alcanza, los detalles ni se piensan porque no son más que detalles, y al final una mera base ya casi califica como un todo.

La única conclusión a la que puedo llegar es que llegamos, o mejor dicho, creemos que llegamos, al punto máximo de nuestra evolución, y a partir de ahora vamos a surfear la ola hasta que todo el empuje que nos vinimos dando en siglos anteriores se termine, y la especie humana desaparezca. Inercia.

Si los pandas se extinguen porque les talan los bosques, nadie les puede decir que no hicieron su mejor esfuerzo para seguir. Pero nosotros, ¿cuánta responsabilidad tenemos de la caída de nuestra calidad de vida? No sé adónde cuernos creemos que estamos yendo si ni nos calentamos en mantener el nivel que conseguimos, y nos parece normal hacer las cosas cada vez un poquitito peor con tal de ahorrar una relativa miseria de minutos, pesos o esfuerzo. No voy a decir que no hay recortes que tengan sentido, seguro; los recursos son escasos y el derroche es boludo. Pero la desidia es más boluda todavía.

En realidad, no vamos a llegar a desaparecer; por lo menos no pronto (hablando en tiempos históricos). Vamos a pasar por estos siglos del menos que mínimo esfuerzo, por este viva la pepa, nos va a hacer mal, nos vamos a hundir, y supongo que en algún momento nos sonará la alarma y habrá otra seguidilla de siglos en la que nos vamos a esforzar de nuevo, pero no por mejorar, sino por salir del pozo. Cuando podríamos ahora mismo hacer las cosas bien y no caernos, y no terminar después invertiendo energías en desandar un camino que anduvimos al pedo, sólo por el puro placer de cagarnos en los demás.

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